El final del milenio trajo consigo un montón de cambios, un montón de incertidumbre y un montón de sorpresas. Y mientras algunos se aventuraron hacia el futuro, otros tantos, a modo de arqueólogos, emprendieron una campaña de exploración entre los polvorientos recovecos que quedaron de un tiempo pasado, y encontraron verdaderas joyas.
Así es como nacieron tantísimas bandas, como The Strokes, Yeah Yeah Yeahs, The White Stripes o, Interpol: siendo ésta la banda que puso el Revival en el Post-Punk.
Como ya lo mencioné, el cambio de milenio trajo consigo cambios, en general, que sacudieron al mundo y con ellos vino el estrés, la incertidumbre, el miedo e incluso, la ira. Desde 1997 Interpol había empezado a dar muestras de vida ante el mundo, sin embargo; no fue hasta el año 2000 cuando Sam Fogarino tomó las baquetas, y como si fuera el engrane faltante en la maquinaria de un reloj, echó a andar un muy bien engrasado aparato de nostalgia, melancolía y aflicción formado por Paul Banks, Daniel Kessler, Carlos Dengler y Sam Fogarino.
De izquierda a derecha: Daniel Kessler, Sam Fogarino, Paul Banks y Carlos Dengler.
Tras el Y2K, la caída de las torres gemelas, en medio de la tensión generada por el inicio de la Segunda Guerra del Golfo y poco antes de Spider-Man de Sam Raimi (porque no todo fue tragedia), Turn On The Bright Lights vería la luz del mundo por primera vez un 19 de agosto del 2002, elevando a lo que —años más tarde— se convertiría en una de las bandas más grandes, influyentes e importantes de los últimos 20 años. Su primer disco rompió récords de venta, para ser un disco independiente.
El Post-Punk había vuelto a la escena y esta vez no en forma de fichas, sino en forma de un movimiento en el que muchas otras bandas pueden encasillarse, pero pocas pueden representarlo tanto y tan bien como Interpol o The National (de quienes tendremos tiempo de hablar).
Las rolitas obligadas del disco son: todas. Difícilmente puede entenderse un disco como éste sin haber seguido su hilo conductor y el significado entre sus líneas, todo el disco es un leitmotiv bien armado que no se puede contemplar desde su singularidad y es necesario tener el panorama
completo de lo que es uno de los trabajos musicales más coherentes y bien argumentados que la década de los 2000 nos dejó como manifiesto del sentir de su contemporánea condición humana.
Turn On The Bright Lights no es la respuesta a la pregunta, tampoco es la pregunta, no es más que el sentimiento
Rocket Bar, St. Louis, 2002.
de calma en medio del desastre, el minuto de paz cuando todo se derrumba y la esperanza frente al caos: todos hemos sido tocados por la fría mano de la desolación, probablemente todos volveremos a ser tocados por ella, y si bien es cierto que siempre se puede luchar para salir del hoyo, para encontrar tiempos mejores y situaciones más favorables, también es cierto que no siempre queremos hacerlo, y eso está bien. Todos tenemos derecho a sentirnos abatidos, a no levantarnos, a someternos ante la pérdida, el dolor, la tristeza o la desilusión, todos tenemos derecho a tirar la toalla en algún momento y eso está bien, porque no hay paz sin guerra y ninguna guerra se ha ganado sin retiradas, pérdidas y errores, porque la luz no se percibe sino en la oscuridad y la bienaventuranza solo se aprecia a través de la tragedia.
Lleno de melodías envueltas en un aura de penumbra donde la calma únicamente precede a la agitación, la pasión pura y la obnubilación del mundo, con un estilo sonoro ni muy novedoso para percibirse propio, ni muy genérico para sentirse trillado, situado en el punto medio entre la verdadera creatividad y una base bien sólida de influencias, el resultado es un disco autentico que se siente familiar. A manera de un déjà-vu, el álbum debut de Interpol es un chingadazo de melancolía para el corazón, que no resuelve nada y no pretende hacerlo, porque muchas veces no necesitamos respuestas sino comprensión y este disco es una oda al entendimiento de nuestros sentimientos y emociones, es la muestra de que escuchar música triste para ponernos aún más tristes es con mucho una sensación bien bonita y porque a veces un abrazo es mejor que cualquier discurso: Turn On The Bright Lights es un abrazo para llenar el alma en épocas de oratoria vacía.
Corona Capital, Ciudad de México, 2019.
Para muestra un botón, púchale al play y dale un apapacho a las grietas del corazón.
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