Hace unas semanas se llevó a cabo la 22º edición del festival iberoamericano de cultura musical, o para los cuates: Vive Latino. Esta edición al igual que la del Corona Capital 2021, era una especial pues regresaba uno de los festivales favoritos de todos los capitalinos, sin embargo me atrevo a decir que este festival estuvo mucho más cargado de emociones que el EDC y el ya mencionado Corona Capital. Vamos por el principio. Era un jueves 12 de marzo, yo me encontraba en una reunión de universidad cuando todos recibimos un correo que nos daba el aviso de que toda actividad presencial quedaba completamente cancelada de manera indefinida, las clases incluidas. Mis compañeros y yo no lo sabíamos en ese momento, pero así era como comenzaba una de las mayores epidemias sanitarias de la historia moderna. Al día siguiente me dirigí al gimnasio emocionado porque asistiría al primer día del Vive Latino 2020, el cual contaría con bandas sumamente interesantes, mi objetivo era ir a ver a The Cardigans, 31 Minutos y Guns n Roses, sobre todo a estos últimos ya que desde la secundaria y el reencuentro entre Axl Rose y Slash he querido ver a la banda más peligrosa sobre la faz de la tierra para cantar Paradise City y Welcome to the Jungle. A pesar de que el pendiente del covid y su reciente aparición junto con su potente fuerza de contagio se encontraba allí, yo estaba ilusionado de asistir a una de las mayores fiestas de la Ciudad de México. El día llegó y yo estaba emocionado, con todas mis cosas listas, sin embargo poco a poco ese sentimiento de emoción se convirtió en uno de desilusión y frustración, pues como iban pasando las horas mi papá, que era con quien iría, aplazaba más y más nuestra salida hasta el punto en que me di cuenta que a pesar de tener boletos, ese día no iría al festival al cual llevaba acudiendo ya dos años de manera consecutiva. Durante toda la primera parte de la pandemia, no podía pensar en ese festival, no quería ver las presentaciones, ni siquiera busqué si alguien había grabado la presentación de Guns n Roses pues ni siquiera tuve el ánimo de verlo por streaming el día de su presentación. Más tarde mi desilusión aumentó al ver que en efecto, nadie la había grabado. No fue hasta noviembre del pasado año cuando a través de las cuentas oficiales del festival y de Señal Vive Latino, se empezaron a postergar reels de la que sería la nueva imagen del festival junto con los primeros rumores de quienes serían los artistas en esta ocasión. Era un hecho, después de todo un año sin saber nada del mayor festival de música latina de nuestro país, éste haría su regreso triunfante el 19 y 20 de marzo del 2022. Pronto se revelaron los primeros nombres de los artistas que estarían presentes y vaya que sorprendieron, siendo el más importante, el del español C. Tangana quien había obtenido un nivel descomunal de fama y admiración con su disco de El Madrileño. Entre los demás anunciados se encontraban Pixies, banda de Surf Rock y precursora del sonido Grunge que más tarde sería el sello de la banda de Kurt Cobain, Nirvana, hacía su debut en el festival y regresaba a nuestro país desde el año 2018 en la semana de las juventudes. Más tarde se reveló el lineup completo y como siempre hubo reacciones mixtas. Desde los puristas que criticaban la aparición de la Banda MS como headliner, hasta las ya hartasteis críticas a que siempre traen las mismas bandas por la inclusión de agrupaciones como: La Lupita, La Gusana Ciega, Vetusta Morla y Siddharta. Pero la realidad es que era un line up sumamente atractivo ya que también contaba con artistas que habían cancelado sus presentaciones en 2020 por el covid, como Fangoria y Black Pumas. También estaban bandas que por más que ya hayan venido a nuestro país siempre es un deleite escucharlas como Residente y los Fabulosos Cadillacs. Después de días de espera y emoción, el día llegó y en lo personal esta era una edición sumamente especial para mí, ya que además de ser como una especie de redención personal por no haber acudido a la edición precovid, era la primera en la cual no asistía con mis papás sino que iría con mis mejores amigos. El día sábado inició, y fue uno sumamente importante ya que era el día en que el Vive Latino regresaba de manera oficial a la ciudad, celebrando con bombo y platillo su reaparición en la vida de todos los entusiastas de este tipo de eventos. El primer día a mi gusto fue uno bastante neutral, ya que tuvimos absolutamente de todo: desde las bandas más experimentales como Los Cogelones y Los Blenders, actos tranquilos pero interesantes como The Marias, bandas pop como los ya consagrados Moenia, que entregaron una presentación sumamente interesante, y los españoles Fangoria quienes habían cancelado su presentación en el 2020 y llegaron acompañados de otra agrupación pop española que me voló la cabeza con su cover de I Love It, llamada Nancy and the Blondes. El primer día cerró de la mejor manera a mi parecer con la aparición de pesos pesados dentro de la música como la banda Nu Metal, Limp Bizkit quienes entregaron un setlist bastante interesante sampleando varias canciones de raíces mexicanas. Igualmente Santa Fe Klan, miembro de la nueva hola de rap mexicano, logró romper el escenario a la hora de su presentación. Uno de los números que más deseaba ver en el mundo era el de Julieta Venegas, pues al menos en nuestro país, son contadas las ocasiones en la que la tijuanense y mamá de Ximena Sariñana, Natalia Lafourcade y Mon Laferte ofrece shows, al menos en los últimos años, pero por lo que pude observar, la exmiembro de Tijuana No! Como el nombre de la banda lo dice, no defraudó. Finalmente el día terminó con dos presentaciones sumamente interesantes e importantes: en primer lugar la presentación del Patrick Miller, nombre de una discoteca de High NRG que marcó generación dentro de la música electrónica capitalina, pero que por el covid tuvo que cerrar sus famosas puertas, sin embargo el proyecto se encuentra más que vivo al contar con presentaciones de su DJ Roberto Devesa quien contagió a todos los asistentes de esa high energy que fue tan importante en alguna época. La otra presentación que la rompió como de costumbre fue la de la Maldita Vecindad. En esta ocasión era una más especial que el regreso a los escenarios, pues como bien sabrán, uno de sus miembros más importantes, el “Sax” quien como su apodo lo decía, tocaba el saxofón, quizás el instrumento más importante de la agrupación, falleció durante las etapas más criticas de la pandemia debido a contraer Covid. Pero la agrupación no desaprovechó la ocasión y trajo a una persona sumamente especial para llenar el hueco dejado por el mítico miembro. La invitada fue María Elena Rios Ortíz, una talentosísima saxofonista que fue atacada brutalmente en el estado de Oaxaca, cuando se le lanzó ácido a la cara. Ella sobrevivió y es una víctima más de la agresión de genero en nuestro país, pero a pesar de ello logró tomar al toro por los cuernos y subirse al escenario para cerrar la presentación con Kumbala. Fue así como para unos el festival terminaba, pero para otros como yo, apenas comenzaba. Me desperté y terminé de guardar lo que necesitaría para el festival y me dirigí a la primera parada del día, en la casa de un amigo para posterior dirigirnos a la casa de otro amigo donde todo el grupo quedaría armado y partiríamos para el autódromo. Llegamos aproximadamente a las 2 de la tarde y la cantidad de asistentes era evidente: muchísima gente se había reunido para volver a gritar a todo pulmón sus canciones favoritas. Entramos sin problema el festival, aunque a diferencia del Corona Capital 2021, donde el covid seguía teniendo bastante fuerza, aquí a pesar de habernos pedido certificados de vacunación vigentes, no nos los requirieron. Pero dentro del festival habían bastantes estaciones con gel al igual que era bastante frecuente encontrar personas portando su cubrebocas. Rápidamente nos dirigimos al escenario principal, el cual estaba aún bastante vacío, sin embargo lograba transmitir esa emoción y solemnidad de ver a semejante coloso listo para albergar a todos los asistentes. Posterior nos dirigimos al escenario Escena Indio donde vimos los últimos minutos de la presentación de Technicolor Fabrics, una excelente agrupación para comenzar a calentar motores y volver a bailar de la felicidad de estar de nuevo en el Vive Latino. Una vez terminada la presentación nos dirigimos a otro escenario a ver a Ramona. Una banda que apenas va surgiendo y que logró prender a la audiencia, no logró generar ese sentimiento en mí, probablemente porque no sea target para su música, sin embargo un momento destacado de su presentación fue cuando tocaron La gata bajo la lluvia de Rocío Dúrcal. Lo que siguió momentos después fue uno de los mejores momentos que pude presenciar dentro de la música en español, ya que no sólo uno, sino que dos números encabezados por mujeres mexicanas lograron volarme la cabeza en el mejor sentido de la palabra. El primero corrió a cargo de Bruses, una artista que a penas tiene un año de existencia pero que gracias a la nueva red social de Tik Tok logró encontrar su lugar dentro del mayor festival de música de nuestro país. Desde el momento que que la joven de pelo neón salió al escenario junto con sus bailarines, encendió a toda la audiencia con su energía pop punk. Pero definitivamente lo mejor de su presentación fueron dos momentos en los cuales estuvo acompañada, el primero fue cuando subió a Bratty y a Arroba Nat a cantar un del hit de las Space Girls, Wannabe. Un cover que en mi opinión debe estar en algún material de estudio pues fue un éxito total y me puso a brincar y cantar junto con mis acompañantes al ritmo de su pop novelero. El segundo momento de la presentación de Bruses ocurrió inmediatamente después cuando manteniendo a sus anteriores invitadas, sumó a una más, la cual era ni más ni menos que Elsa y Elmar para cantar un nuevo single que se presentó por primera vez al mundo en esta presentación y que desde hace pocos días se encuentra disponible en plataformas. Mi catarsis por el poder femenino no paró allí, ya que a pesar de no haber podido ver por completo la presentación de Bruses, nos movimos a la Carpa Intolerante para ver a otra mujer que definitivamente esta dejando huella en nuestro país: la tijuanense Vanessa Zamora. Una mujer de la cual no tenía ni la más remota idea pero que terminó por enamorarme por su pasión, energía y amor a su público. Vanessa junto con su banda, supo crear una atmósfera desde los primeros arreglos de sus coristas que resonaban por toda la carpa. Me siento muy feliz de ver que estas dos jóvenes artistas lograron dejar su huella de una manera sumamente dominante en sus primeras presentaciones dentro del festival. No es novedad que en este festival, por lo general los artistas emergentes son los que más energía derraman y que más son recordados por los asistentes, pero en este caso resulta importante porque a mis ojos representa una especie de revolución femenina dentro de nuestra música mexicana. Nota a parte, me sigue emocionando y llenando de felicidad que Tijuana siga siendo un sembradío de jóvenes artistas que tienen toda la energía y el hambre por convertirse a sí mismo en los ícenos que soñaron ser. Con esto, el día comenzaba a terminar y la noche empezaba a iluminar al Autódromo Hermanos Rodríguez, y junto con ella trajo a todas las estrellas que todos deseábamos ver. Me dirigí a las gradas del Foro Sol o Escenario Indio, para descansar un rato y ver la presentación de Siddharta. En esta presentación al igual que con Ramona, no tengo muchos comentarios positivos, pero no porque Siddharta sea pésimo artista o haya dado una mala presentación, sino porque parece que toda la energía que derramó, la derramó para las personas que se encontraban en la zona general, pues en las gradas era casi nada lo que se lograba a escuchar. Pero ese momento sirvió para descansar y prepararse para todos lo que estábamos a punto de presenciar. En primer lugar vimos al siempre confiable y siempre electrizante, Residente, quien como toda la super estrella que es, inició su presentación ni más ni menos que con la sesión que grabó con Bizarrap, donde los cánticos de “Esto lo hago pa divertirme… pa divertirme” y “Chinga tu madre Balvin” no pararon. En lo personal y justo como me sucedió la primera vez que ví al boricua en vivo, me puso la piel chinita cuando empezó a cantar la canción de El Aguante, un tema que resuena en toda América Latina y que desafortunadamente es un credo dentro de nuestras vidas. Tuvimos que abandonar la presentación de manera prematura, pues nuestro objetivo primordial de la noche estaba a punto de comenzar a tocar, sin embargo logramos ver a través de las pantallas las últimas canciones que entonó René, las cuales fueron su nuevo tema This is not America, la siempre amada No hay nadie como tú y el cierre con broche de oro con Vamos a portarnos mal. La noche había caído sobre nosotros de manera definitiva, estábamos parados en el Escenario Escena Indio, y lo que estábamos a punto de presenciar nos cambió la noche. Si bien ya sabíamos que íbamos a presenciar un show de primer nivel, no nos imaginamos que lo que C. Tanganazo, Puchito tenía preparado para nosotros era algo sorprendente, no estábamos listos para lo que terminaría siendo. Conforme iban pasando los minutos, empezábamos a ver que una especie de escenografía de restaurante o de bar se estaba colocando sobre el escenario, lo primero que nos pasó por la mente fue que Antón presentaría su ya consagrado Tiny Desk, sin embargo esto sería en parte cierto y en parte falso. Puchito hizo su entrada triunfal entre gritos del público, el cuál estaba extasiado de ver al intérprete de Demasiadas Mujeres presentarse en vivo. Pronto vimos que todo su show se trataba de una especie de concepto, entre teatral y cinematográfico llamado Sin Cantar Ni Afinar. En mi crónica del Corona Capital, les dije que Tame Impala logró captar mi atención desde el primer minuto con su concepto de hacer la ilusión de que la audiencia se encontraba bajo los efectos de la ficticia droga Rushium, la cual generaba una distorsión en el espacio-tiempo, pues Antón realizó lo suyo dándonos una presentación que se sintió como un viaje completo a Madrid. Con invitados especiales, Puchito conquistó a México desde el segundo en que salió, tocando canciones que ya son consideradas himnos, como Ateo, Parteme la cara junto con un adelgazado Ed Maverick, Demasiadas Mujeres, Tu me dejaste de querer y muchas muchas más. El secreto de Antón durante la noche, fue que se valió de todo el equipo que lo ayudó a sembrar el éxito que fue El Madrileño para dar una presentación de excelente nivel. Es difícil encontrar las palabras para describir lo que C. Tangana generó en la audiencia esta noche, a grandes rasgos tengo que decir la ya cliché frase de “Debiste estar ahí para verlo”. Todos estábamos en shock cuando la presentación de Puchito terminó, de hecho, el intérprete se pasó del tiempo de su presentación, algo chistoso pues los organizadores suelen ser bastante severos con ese tema, pero valió cada segundo para el público. Otro dato curioso de la noche, es que vimos al Madrileño acompañados de la actriz Fernanda Sasse de la popular serie de Televisa, Como Dice el Dicho, donde interpretó al personaje de Lupita. Lo que siguió para nosotros después de la presentación de Antón, era difícil de igualar, sin embargo de cierta manera lo hizo. Nuestra siguiente parada era de nuevo el Escenario Indio, para ver a Vicentico y los Fabulosos Cadillacs, sin embargo, nos interesaba mucho más agarrar buen lugar y descansar para la siguiente banda: Pixies. Después de recargar fuerzas y asegurar un buen lugar entre la multitud, mis acompañantes empezaron a bromear acerca de si Pifies podría prender de nuevo a la muchedumbre. Esto se da debido a que un fan bastante ocasional de Pixies, sólo conoce su popular canción Where is my mind? Pero la realidad es que la banda liderada por Black Francis tiene un setlist para mucho mucho más y el lado oscuro del Vive Latino estaba a punto de salir a la superficie, y mis amigos, en especial las niñas que nos acompañaban, estaban apunto de descubrirlo. Logramos encontrar un excelente lugar para ver a Pixies, estábamos bastante cerca del escenario, lo cual en lo personal era un sueño para mí, pues la primera vez que ví a la banda, estaba a una increíblemente alejada distancia de ellos. Mis amigos ya habían visto lo que querían ver, así que el que hayan aceptado a quedarse a ver a Pixies lo tomé con gusto. Black Francis, Joey Santiago, Paz Lechantin y David Lovering salieron al escenario con un público extasiado por ver su presentación. Black Francis que se veía mucho mejor de lo que imaginaba comenzó a tocar los primeros acordes de U-Mass, y hasta este momento mis acompañantes no imaginaban lo que estaba a punto de suceder, de hecho un amigo se burlo del tiempo que tomó en que Black Francis comenzara oficialmente la canción. Acto seguido tocaron Bone Machine, una canción comenzaba a prender a la audiencia pero que aún no convencía a mis amigos, los cuales pensaban en su mayoría que sólo estaban viendo a una banda de viejillos con guitarras eléctricas. Lo interesante y la ansiedad comenzó cuando la banda comenzó a tocar Crackity Jones, una canción que tiene momentos fuertes pero que no pensé que fueran suficientes para comenzar un slam. Cuando comenzó el coro, toda la audiencia de la parte central frontal del Escenario Escena Indio se desconectó y comenzó un típico slam, el problema era que como ya mencioné, veníamos acompañados de niñas. Me empecé a preocupar cuando vi que una de mis amigas estaba rebotando entre dos personas, una de un tamaño bastante considerable. La sorpresa que se llevaron mis amigos no quedó allí, pues al cantar Isla de Encanta, otra canción para poner a saltar a la audiencia, el slam siguió, sólo que en este momento ya estaba “protegiendo” a las niñas que estaban junto a mi para evitar que las aplastaran más de la cuenta. A partir de aquí por las siguientes tres canciones, el público estuvo encendido y contagiando esa energía a los demás asistentes. Lamentablemente para mí estuve muy al pendiente de las chicas y de que mis amigos no estuvieran pasando un mal rato por todos los jalones, brincos y empujones, pero a pesar de todo lo disfruté. Las cosas comenzaron a calmarse cuando tocaron su hit Where is my mind, donde todos intentábamos seguirle el paso a Black Francis. Nos pasamos a la balada con La La Love you donde la audiencia empezó a juguetear un rato con Black Francis, quien al intentar hacer el clásico silbido de la canción era interrumpido por todos los asistentes, al mismo tiempo que parecía no lograr sacar el sílbido, este momento lo destaco mucho pues el frontman no paraba de reír con sus compañeros de banda. Sin embargo, lo más inesperado fue cuando todos, absolutamente todos los asistentes, en especial una chica que estaba enfrente mío la cual parecía acaba de consumir otra sustancia enervante además de la marihuana, se empezaron a prender con Here comes your man, una favorita personal, pero que realmente es una canción tranquila. Y esto siguió pues la siguiente canción sería Vamos, una canción que va in crescendo y que alcanza su máximo punto en una especie de sólo o de puente musical protagonizado por la habilidad de Joey Santiago. El concierto y la participación de los Pixies en el Vive Latino iba llegando a su fin cuando tocaron Hey, una canción que también comenzó a gustarme bastante a raíz de verla en dos películas del 2021: Fear Street y The Suicide Squad. Todo concluyó con la canción de Debaser, el tema que abre uno de sus mayores álbumes sino es que el más popular, Doolittle. Los Pixies se despidieron después de dar una hora completa de Surf Rock sin interrupciones y yo estaba más que feliz de haberlos visto, en especial a la argentina Paz Lechantin, bajista de la banda y uno de mis mayores crashes musicales, quien por cierto viene a Ciudad de México de manera frecuente. Pero además de todo esto, estaba feliz de haberlos visto con mis amigos. Y llegamos a la conclusión de esta crónica/artículo y regreso a esto último, porque precisamente ese es el espíritu del Vive Latino: celebrar nuestra unidad como amigos, hermanos y más importante como seres humanos. Retomo lo que escribí en mi post de Instagram, el Vive Latino es una celebración a la vida, todos los que asistimos, celebramos el haber podido superar todas las adversidades que estos dos últimos años nos han lanzado, es la epítome de la música mexicana y el escenario donde todo músico mexicano desea estar. No puedo decir todas las razones por las cuales desde mi primer Vive Latino estoy enamorado del festival, si no es por su decoración, es por los artistas que llegan con toda la actitud, felicidad y humildad de estar en ese escenario, o simplemente por le hecho de compartir la música con todos tus seres queridos. El 2022 es un renacer musical no sólo para nuestro país, sino para todo el mundo. Después de una etapa de oscurantismo a raíz del covid, los artistas han vuelto con todo abriendo más de tres fechas para tocar en nuestro país, sin contar con el interminable número de bandas y artistas que vendrán a suelo azteca a lo largo del año. El Vive Latino es más que un festival de música para chavorrucos, es un lugar para que todos los amantes de los festivales gritemos que EL ROCK SÍ TUVO LA CULPA.
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