¿Alguna vez han escuchado algo tan convencional, pero a la vez tan fresco que se vuelve lo mismo?, algo como The Weeknd que terminó por revivir el synth pop 40 años después de su apogeo. Bueno, ese no es el caso de The War On Drugs, quienes por allá del 2005 emprendieron el camino que culminaría en ,sin pensarlo siquiera, uno de los mejores discos que nos dejó la década pasada: Lost in the Dream.
El tercer material discográfico de la banda originaria de Philadelphia, es una declaración de amor hacía algunos clásicos que se volvieron instituciones, como Dylan o Petty, en cuyas baladas o arreglos cordales, respectivamente, se podía notar un aire nostálgico, melancólico e incluso reflexivo, sin llegar a ser deprimente, sino “inspirador” por decirlo de algún modo.
The War On Drugs logra tomar esta escuela y elevarla por completo a través de la modernización de ciertos elementos y la introducción de otros nuevos: todos sabemos que un saxofón acompañando una buena línea de bajo es una combinación ganadora, pero si te revienta la tacha y le metes efectos hasta a la boquilla del saxofón, tienes no solo una combinación ganadora, sino una combinación innovadora, tienes algo que se ha hecho desde hace 80 años pero elevado a la enésima potencia, y eso es Lost in the Dream.
La proeza técnica de este álbum juega a niveles peligrosos, juega en las ligas mayores, se encuentra al nivel de Mark Ronson o Kevin Parker, los elementos que conforman este disco rayan en lo absurdo y aún así, con todo esto, podría pasar desapercibido como un disco más, pues la presunción no es parte de la receta ganadora, The War On Drugs son amos de la sutileza, tienen maestría en ocultar la complejidad entre la simpleza, pues hasta la idea más descabellada la mantienen simple y terminan por construir algo así como un muro de sonido, donde todos los elementos que lo conforman pueden ser distinguidos por separado, pero siguen siendo piezas de un rompecabezas que no significan mucho hasta que se tiene el cuadro completo.
The War On Drugs en el Brighton Dome, 2015.
Todo aquel que haya visto BoJack Horseman, se identificará con este disco desde el primer segundo —y menciono a BoJack porque creo es una gran manera de entenderlo, tanto así que la canción encargada de abrir el disco es también la encargada de terminar la quinta temporada de la serie, una chulada— Lost in the Dream es, como su nombre lo indica, el sentimiento de nunca estar dormido por completo pero no poder despertar, es estar atrapado en una realidad donde es complicado discernir entre lo verdadero y lo contrario, pero aún más importante, es la cotidianidad… Lo que nos rodea día con día y que un día sin más se vuelve parte del paisaje, o ese algo que por fin logras notar que está ahí. Es darte cuenta que dentro de la monotonía de la vida existen espirales que nos llevan a situaciones dignas de una película, y que no importa lo terrible de la situación, siempre hay destellos de grandeza.
Todos hemos terminado por reír en un funeral, o llorando en una fiesta; todos hemos prometido no volver a hacerlo después de *inserte la causa de aquello que terminó en su funesta situación* y lo hemos vuelto a hacer; todos ,absolutamente todos, nos hemos sentido perdidos entre los polvorientos recovecos de nuestras cabezas y aún así hemos encontrado el hilo conductor hacía la salida, eso es Lost in the Dream, una carta de amor hacía la tragedia que nos permite abrazar cada momento que recordamos con una sonrisa en el rostro, porque no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista y por supuesto que no hay tristeza sin felicidad y viceversa.
Lost in the Dream es un disco sumamente complejo en todos sus elementos y aún así resulta un trabajo extremadamente humilde que termina por demostrar una verdad absoluta: lo que se ve (o se escucha en este caso) no se pregunta. Las canciones obligadas de este album son “An Ocean in Between the Waves”, “Red Eyes”, “Burning”y, la joya de la corona, “Under the Pressure”. Aquí una probadita de magia pura:
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